EL FANATISMO Y SUS EXÉGETAS
- Carlos Varela Nájera
- 11 feb 2023
- 3 Min. de lectura
“La creencia en un futuro más radiante conduce al suicidio”
(Jacques Lacan).

El fanatismo aparece en casi toda actividad humana, casi nadie escapa de su acción, mueve a los sujetos a lo peor, y algunas veces se predica en el nombre de cualquier verdad, ya sea de derecha, de izquierda, las ciencias, o anti ciencias en todo esto opera una dosis de fanatismo.
Muchas veces encarnar “una verdad” representarla y vivirla, es con cierta dosis de fanatismo, esto conduce sin lugar a dudas al fundamentalismo, ninguna disciplina parece escapar de esta maldición del fanatismo como ideología y creencia. El discurso del fanático tiende a ser muy delirante, solo ellos son los ungidos, nadie si no pasa por ciertas “experiencias básicas” no puede encarnar la posición que esta institución delega siempre y cuando se pase por esas experiencias que lo colocan como único, merecedor de ser llamado discípulo, o hermano de esa vocación excelsa, ya que sin pasar por esa experiencia se podrá conseguir.
Ser fanático no es patrimonio de la religión, sino de todo grupo e institución que trabaje con el sujeto, lo fanático es una manera muy singular de ser gozado por el mal que nos habita, señalando de mal o maldito al otro que no comulga con mis principios, con mis creencias, es un mal de estructura que está ahí dispuesta a ser sobreexplotada por nosotros mismos en el nombre de cualquier fe que se predique, es un odio a la diferencia, es decir ustedes no pueden pasar por aquí si no se han adoctrinado de la buena manera en nuestra fe.
En algunas religiones el fanatismo extremo lleva al homicidio, el asesinato y la guerra, son su patrimonio, pero a nivel institucional se segrega a ese que no ha ido de la mano con mi fe, la segregación es un modo lógico de operar sobre el distinto, ese quien no es de la parroquia, y por lo tanto, es visto con malos ojos. El fanatismo te hace plegarte y someterte de manera identificatoria.
Analizar el fanatismo por parte del psicoanálisis por lo menos debería esclarecer las raíces inconscientes que sustentan esa posición ideológica, sus lazos entramados e intrincados en el psiquismo y su pasaje al acto convirtiendo al sujeto en una marioneta de lo que el otro le dicta.
Entonces ¿donde se embrolla el fanático? supongo que en la verdad, tomar la realidad por verdad es una posición sectaria que coloca al sujeto en fanático, más aún “pensar que la verdad es solo una, y peor aún es que solo yo la encarno”, Lacan se puso intenso cuando mencionó “yo la verdad hablo”, pero lo que lo que salva este dicho de Lacan es “yo la verdad hablo pero no toda”, uff de la que nos salvó. Ya que el fanático piensa que él es la verdad incluso que la encarna, es muy delirante esta apuesta.
El sacrificio es patrimonio del fanático, ofrenda su libertad, incluso su vida en aras de llevar el fanatismo a buen puerto, pero como es propio de cualquier discurso ideológico quien lo porta no se da cuenta, el fanatismo es un compañero indisociable de un pensamiento que hace del odio hacia el otro el fundamento de su accionar, de ahí pues que puede desencadenar hasta el asesinato. Freud en el moisés y la religión monoteísta nos decía que con la creencia en un solo dios también nació inevitablemente la intolerancia religiosa, que hasta entonces había permanecido, y permaneció mucho tiempo después, ajena a la Antigüedad. Freud siempre con acierto indiscutible y sobre este dicho freudiano quién puede oponerse.
“El fanatismo, ya sea religioso, político o ideológico, siempre busca acallar la pluralidad de voces y de opiniones, que pueden reintroducir ante el Otro lo diferente, lo extraño, es decir, todo aquello que pueda poner en cuestión la creencia –en última instancia siempre religiosa– de que hay un Otro del Otro”. (Jacques Lacan).
Carlos Varela Nájera
Culiacán, Sinaloa. Mex.
Psicólogo, docente universitario UAS,
Fundador de Cátedra Lacaniana en Sinaloa.
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