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LA ANGUSTIA

"Aquel que sabe no huir de su propia angustia será también aquel que no huya de su propio deseo." (LACAN, 1959).


La angustia es parte del sujeto, podemos incluso inferir lógicamente que si hay sujeto hay angustia, va de suyo por así decirlo. Lacan menciona que la angustia es un afecto que no engaña, es como si el sujeto en su corporalidad se acercara tanto a lo real, cuyas respuestas son montos de angustia. Por ejemplo, en el grafo del deseo que propone Lacan, no saber que soy para el deseo del otro o no saber que me quiere genera también angustia, es decir que a lo largo de la enseñanza de Lacan la angustia nunca deja de estar en escena.


Freud en Inhibición síntoma y angustia, texto de 1926 menciona que la angustia nace como reacción frente al peligro de la pérdida del objeto, ¿quién no ha vivido esa experiencia?, por lo tanto, la angustia se encuentra a lo largo y ancho de la vida del nacimiento y de la muerte del sujeto. Freud menciona que el sentimiento de culpa es una variedad de la angustia, también cuando el sujeto se llena de ideas y deseos prohibidos aparece la angustia ante un Superyó que acicatea con una mirada panóptica que hace temblar al sujeto, ya que algunos momentos de angustia pueden derivar en síntomas conversivos, tales como: mareos, vómitos, dolor de cabeza, dificultad para respirar, dolor de estomago, entre otros, que incluso, amar y ser amado puede gener angustia ante la posible pérdida.


En el amor, más allá de las pasiones lo que se busca es que alguien se haga cargo de un otro, que esté ahí como excedente de satisfacción corporal, es decir en el nombre del amor se carga al otro, eso aparentemente desangustia, pero la angustia como banda de Moebius nunca deja de desaparecer, que aparezca la angustia es una constante en la vida del sujeto y ningún sexo se alivia de la angustia.


Para algunos el solo hecho de comer genera mucha angustia, no poder dormir puede estar operando desde la angustia, la propia sexualidad es angustiosa, o bien el simple hecho de intensificar el goce sexual puede cobrar cuotas de angustia. Siempre intentamos completar al otro, es cuando queremos devolverle un goce al Otro, esta operación algunas veces no funciona y quedamos fosilizados o convertidos en simples objetos para el usufructo del otro en nombre del amor. El amor en este sentido aparece como una sutil esclavitud, sometiendo los cuerpos al frote de órganos procurándose una experiencia de goce que también idiotiza.


Hoy observamos que la angustia parece ser un estado del alma, estado que es absorbido por la maquinaria capitalista y su mercadotecnia, pasa a ser una patología de mercado que debe ser medicada. En la experiencia de la orientación lacaniana la angustia no se reduce a ser explicada como un proceso cerebral anómalo, sino que sobre el sujeto pesa una cuestión de deseo inconsciente pero que tiene efectos en el parlêtre.


El deseo que opera en la angustia es el deseo del Otro, si no lo reducimos a lo biológico es por que la angustia es una cartografía que indica por donde está moviéndose el deseo. La angustia frente al mercado de la salud mental se ubica como una epidemia que no cesa de no repetirse, es decir, que la angustia real toma las riendas del sujeto y opera como una experiencia de certeza, el sujeto sabe que algo está pasando en su cuerpo, lo siente, sabe que su pensamiento fue tomado por la angustia pero no sabe de qué manera.


El cuerpo responde a la angustia con señales desde un no poder conciliar el sueño a otras formas particulares de malestar, la angustia no es en sí un síntoma, es un afecto que no engaña, "lo más angustiante que hay para el niño se produce precisamente, cuando la relación sobre lo cual él se instituye, la de la falta que produce deseo, es perturbada, y esta es perturbada al máximo cuando no hay posibilidad de falta”. (Lacan, 1963).


Verónica Hernández Jacobo.

Guadalajara, Jalisco.

Psicóloga, Doctora en educación, colaboradora en la Cátedra Freudiana y Lacaniana sinaloense



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